4/11/13

tassie .

Llegamos a Hobart bien temprano por la mañana, bajamos del vuelo directo a retirar las valijas y nos sorprendimos al ver muchísimos policías con perros inspeccionando todos los bolsos de los que estaban ahí presentes esperando. A algunos incluso el perro les metía la cabeza completa adentro del bolso que los mismo policías pedían que les abran. Cuando empezó a circular la cinta transportando las valijas, empezaron a correr por encima, policías y perros siguiendo a todas y cada una de las que pasaban. Me pareció un control un tanto exagerado (menos que el de Moscú en el que te metían dentro de una cápsula que giraba y que apoyabas las manos contra la pared y mantenías las piernas abiertas, solo en pantalón y remera, todas las demás pertenencias, afuera!)

Eran poco antes de las 8, horario en el que teníamos programado buscar el auto en el aeropuerto. Pasamos de todas formas, a hacer los papeles previos y de todas modos nos lo entregaron unos minutos antes.

Ahí estaba en el parking esperándonos, un Micra azul fluorescente, nos subimos y arrancamos dirección al centro de Hobart por la autopista. Empezamos a notar que todos son un poco más silvestres y salvajes en esta isla, no son muy respetuosos con las velocidades, y manejan bastante más violentos que en los demás lugares que habíamos estado. 

Incluso se notaba que la comunicación en las rutas era también un tanto más AGRESIVA. 

Cruzamos carteles del tipo "CAMIONES ASEGUREN SU CARGA, O ASEGURENSE UNA MULTA", "IF YOU DRINK AND DRIVE, YOU ARE A BLOODY IDIOT", "PEOPLE DIE ON WET ROADS, LIMIT YOUR SPEED AND LIMIT THE DAMAGES" como carteles oficiales de comunicación.


También había otros promocionando actividades, que más allá de la violencia del mensaje, terminaban resultando graciosos: "IF YOU FAIL THE FIRST TIME, SKYDIVING IS NOT FOR YOU"

Entrando a la ciudad empezamos a descubrir que era muchísimo más grande de lo que habíamos previsto, no podíamos creer que una isla tan pequeña pudiese albergar una ciudad tan tan grande, y caótica. Teníamos, una vez más por casualidad, un plano que habíamos agarrado en el aeropuerto y eso nos tenía que bastar en principio para ubicar el hotel y movernos una vez llegado a destino, pero todo a nuestro alrededor sucedía con tanta velocidad, que OTRA VEZ íbamos con la manada circulando. Dimos muchísimas vueltas hasta dar con la dirección de nuestro hotel, la ciudad empezaba a levantarse y había muchísimo movimiento, muchos autos, mucho lío…y como no teníamos check in hasta las 16 hs. decidimos escapar, siguiendo la primera señal, el primer cartel, que decía llevarnos en dirección a Mt. Wellington, que estaba en nuestros planes, y era una escapada ideal para la ocasión.

Los carteles seguían apareciendo, pero en un momento se volvieron confusos, y nosotros también, y lo que pensábamos nos llevaba a la montaña planeada, nos terminó llevando a una distinta, muy distinta a la que teníamos en mente. Mt. Nelson. Fue ahí que decidimos que de ninguna manera podíamos continuar bien el día sin un café con leche, unas galletitas y un chocolate Cadbury. Hicimos parada en el supermercado de Mt. Nelson y salimos con todo lo que necesitábamos para poder dar arranque. Y después de que, rodeados de naturaleza y vistas espectaculares, nos tomásemos el café mirando desde el estacionamiento al supermercado, nos fuimos esperanzados de no errar el camino esta vez, al Mt Wellington.

Camino en ascenso y si no me creen que subía le pueden preguntar al Micra, que le costó tanto que llegó exhausto. Nos bajamos del auto, y EL frío… el frío ese que de tanto, duele!!! Estábamos a 1271 metros de altura, las vistas eran espectaculares, y la ciudad era todavía MÁS GRANDE de lo poco que habíamos podido corroborar. Después de un rato de ver todo y no sentir más nada de nuestro cuerpo, nos fuimos. En bajada el Micra estaba más tranquilo, yo menos, me tocaba el lado del precipicio.

Entramos de nuevo al caos de la ciudad, a la altura del Salamanca's Market, que de todas formas al ser día de semana, no estaba armado. Investigamos la máquina del parking y dejamos el auto estacionado por dos hojitas, y nos fuimos a caminar por Battery Point, un barrio de Hobart de calles cortadas, de casas alucinantes, de otras no tanto pero con muchísimo encanto y todo el estilo junto!

Pasadas las dos horas de parking pago, decidimos huir nuevamente. Esta vez el destino era un encanto, Richmond, una villa histórica a unos 30 km. aproximados de Hobart. Casas antiguas, un puente, el más antiguo de Australia en uso construido con el trabajo de convictos, una iglesia encantadora, que tenía en su ingreso una imagen del Papa Francisco, y decidimos que ese era un lugar especial de alguna manera y prendimos una vela por los nuestros.

Volviendo a Hobart, luchamos con el tránsito, con la búsqueda de un parking, con el aprendizaje de cómo era que el parking funcionaba, y llegamos al hostel.

No nos quedó ni un minuto desaprovechado, pero el agotamiento es enorme!















































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