bay of fires .

Nos levantamos temprano, por mucho que algunos días nos obligamos a dormir un poco más para descansar, alguno o mejor dicho ALGUNA, siempre se termina despertando antes de que suene el despertador, por la ansiedad de salir, porque hasta durmiendo tiene en la cabeza dando vueltas junto con el cansancio acumulado, la idea de que todavía queda tanto por conocer y recorrer, que no vale la pena dormir ni tan sólo cinco minutos más!

El día anterior habíamos planificado tomar la ruta hacia el norte con destino a St. Helens para llegar desde allí a conocer las playas de Bay of Fires. En el plano todo se ve relativamente cercano, la isla no es demasiado grande, pero las rutas son complejas, entre las subidas y las bajadas por la montaña que nos mantienen apunados durante toda la estadía, el camino sinuoso de forma constante, y la velocidad máxima del Micra que no es demasiada, los tiempos previsto se terminan duplicando; por lo que habíamos dejado la visita al norte para hacerla en un día completo.

Salimos temprano y relativamente preparados (a medias) para un posible día de playa. Y digo relativamente, porque la verdad es que íbamos sin albergar ninguna esperanza. El día estaba nublado, había viento y se sentía un tanto fresco. Y digo a medias, porque si bien llevábamos una toalla y las mallas en una mochila, ninguno pensó que fuésemos a usarlas, y llevamos ropa más bien abrigada, nada de pantalones cortos de playa o algún par de ojotas.

El camino fue más corto de lo que pensábamos, a media mañana habíamos llegado a St. Helens ya, seguían las nubes y continuaba el viento. La ruta se dividió en dos partes y tuvimos que decidir. Una tenía como destino The Gardens y la otra Binalong Bay. Imaginábamos que por las distancias, The Gardens iba a llevarnos a lo más lejos de Bay of Fires que se pudiera acceder por auto. Y decidimos bien, porque The Gardens resultó ser la auténtica Bay of Fires.

El nombre del lugar no proviene como se puede llegar a pensar al ver el paisaje por la cantidad de líquenes de color naranja que pueblan las rocas, sino de los fuegos aborígenes que los primeros exploradores divisaron en la orilla. De todas formas el contraste de los líquenes naranjas en las rocas, el mar con la variedad de azules y celestes, las arenas completamente blancas, el campo bien verde que lo rodea, no podía ser más alucinante!

Estacionamos el auto y salimos a explorar. Como no había caminos, fuimos saltanto por las rocas, y descubriendo playas y más playas, piedras claras y de color naranja y una nueva playa, piedras negras, y otra más! El lugar fue un excelente descubrimiento, no podía haber sido más increíble!

Salimos de The Gardens y seguimos camino a Binalong Bay, que ya se ha convertido más en un pueblo de veraneo, el lugar no está tan desierto de gente y ya cuenta con otros servicios. Diego estaba casi convencido de que íbamos a terminar en el agua, porque habíamos entrado en calor con la caminata y el sol, seguía acompañándonos! Nos pusimos la ropa de playa, y nos fuimos a sentar bien junto al agua turquesa hipnótica! jaja Pero yo ya lo había decidido, con ese viento, no iba a meter ni siquiera lo pies en el mar de Tasmania. Algunos corajudos, se dieron un chapuzón! Un picnic más tarde, volvimos al auto, y de regreso a Bicheno. Diego no lo va a reconocer nunca, pero el agua estaba helada, estuvo medio minuto adentro y saló a buscar el sol lo más rápido que pudo! jaja

Hay una foto testimonio de lo difícil que es para toda esta gente vivir rodeado de bosques y con semejante sequía. A cualquier lado que vamos, siempre encontramos alguno de estos bosques prendiéndose fuego. Es una tristeza pero es algo con lo que conviven todo el tiempo. Las medidas preventivas y las que hay que tomar durante un incendio, están por todas partes. Y las estaciones de bomberos en algunos casos son más grandes que el pueblo mismo.

Llegamos a Bicheno con tiempo y con energías para dos caminatas más. Una de subida a una montaña que hay detrás de nuestro hotel con vistas a todo el pueblo y otra bordeando la playa.